La bechamel es un clásico de las salsas blancas. De origen francés pero mundialmente valorada gracias a los gratinados, la lasagna y canelones. La bechamel triunfa por su sabor suave, dulzón y su cremosidad y, aunque es sencilla de hacer, también se vende envasada.
La bechamel original se compone de harina + mantequilla, se le añade leche de vaca, pero cada vez más personas optamos por salsas más ligeras que no incluyan lácteos, ni proteína animal, ni harina refinada. Podemos elaborar una bechamel integral y vegana usando aceite en vez de mantequilla, harina integral de espelta en vez de trigo normal y bebida vegetal en vez de leche, o probar esta salsa bechamel hecha con coliflor y cebollas, con un sabor y textura muy similares pero que solo contiene verduras.
2 cebollas grandecitas o 4 pequeñas.
300 gr de coliflor, solo los ramilletes una vez eliminados los tallos verdes.
Unos 100 ml de leche vegetal.
Sal, pimienta y nuez moscada.
Opcional: Un puñado de almendras crudas para gratinar. Pueden llevar piel.
1. Pelamos y troceamos las cebollas y las doramos con sal en una cazuela con el fondo cubierto ligeramente con aceite durante 15′ para que suden y exuden todo su dulzor
2. Añadimos la coliflor, cubrimos con agua y hervimos unos 25′
3. Batimos añadiendo la leche vegetal, o no, según la textura que deseemos. Es mejor que quede espesita porque si no, parecería un puré de verduras. Podemos quitar agua de la cocción, antes de añadir la leche
4. Especiamos con pimienta y nuez moscada
5. Picando las almendras crudas en un molinillo obtenemos un polvo que podemos espolvorear por encima de la bechamel y gratinar al horno para que se tueste un poco.
6. Hemos obtenido cantidad suficiente como para 2 recetas