La lactancia materna, que sigue siendo el alimento más natural para un bebé, está condicionada por una serie de barreras y factores que difieren en todo el mundo, según los últimos informes de la UNICEF.
En su estudio «Por qué las políticas familiares son decisivas para aumentar la lactancia materna en el mundo», difundido este mismo mes de agosto, UNICEF, partidaria de que los bebés sean amamantados durante sus dos primeros años, destaca que sólo un 41 por ciento lo son apenas los primeros seis meses de vida.
Según las fuentes consultadas por Efe, las madres de todo el mundo se enfrentan a obstáculos relacionados con condicionamientos culturales, sociales y/o laborales que les impiden amamantar a sus bebés pese a los beneficios que esta alimentación supone para ambos.
El doctor Bruno Abarca, técnico de Nutrición y Salud de la ONG «Acción contra el hambre» en Madrid, declaró a Efe que «está demostrado que un niño que no recibe la alimentación adecuada a lo largo de su vida va a tener menos educación y menos ingresos».
El médico añade que cuando se plantea la realidad en estos términos, la gente entiende mejor la importancia de la alimentación en general y de la lactancia materna en particular.
El desglose del mencionado informe de la UNICEF por regiones da idea de que sólo el 40 por ciento de los bebés en Oriente Próximo y el norte de África son alimentados con leche materna.
En América del Norte, la cifra se reduce al 26 %, mientras aumenta al 56 % en África oriental y meridional, para llegar a un máximo en países como Ruanda –que llega casi al 87 %– y Sri Lanka, donde se sitúa en el 82 %.
En un país como Líbano, Bashaier El Hussein, madre refugiada siria con dos bebés nacidos en un pueblo al este de Beirut, declara por teléfono a Efe que tuvo «inflamaciones en el pecho por no amamantar» a su primer bebé: «Tardaron cinco horas en devolvérmelo para darle de mamar. Me dijeron que estaban muy ocupados».
Y es que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Líbano, sólo son amamantados el 34 % de los niños sirios desplazados. La tasa de los bebés libaneses es incluso más baja, el 25 %.
En este país, uno de los principales factores que disminuye la tasa de lactancia materna es la comercialización de la leche artificial.
El doctor Abarca, especialista en Oriente Próximo, considera que «los profesionales sanitarios pueden tener un incentivo económico por parte de estos fabricantes para distribuir muestras gratuitas de biberones o de leche artificial».
Para promover la lactancia materna, Abarca explica que «en noviembre 2018, el Gobierno libanés promovió una nueva política de alimentación para el bebé enfocada en los centros de salud públicos y privados».
La subdirectora del Programa de Nutrición de «Acción contra el hambre» en Líbano, Rola Al Abdallah, dijo a Efe en declaraciones por teléfono desde Beirut que, «según la ley de Líbano (47/2008), está prohibido distribuir o promocionar los sustitutos de la leche materna en los hospitales públicos, privados o centros de salud, salvo en condiciones concretas».
Al Abdallah añade: «No hay campañas de sensibilización sobre la importancia de la lactancia materna o la nutrición del bebé en los hospitales o los centros de salud en Líbano (…) Por eso desde 2014 nuestros programas se centran en las madres embarazadas y en las lactantes».
La ya mencionada Bashaier El Hussein es una beneficiada de estos programas: «Los problemas que tenía con el primer niño ahora no los tengo gracias a los talleres de sensibilización de Acción contra el Hambre en Líbano».
Según la Unicef, los países de ingresos medios-altos tienen las tasas más bajas de lactancia materna, debido, entre otras cosas, a la cuestión de las bajas por maternidad y paternidad.
Países nórdicos como Finlandia da permiso de baja por maternidad hasta 161 semanas pagadas, mientras Estados Unidos no pasa de 12 semanas, y encima sin pagar. Otros países de bajos ingresos, como Lesoto, Liberia, Papua Nueva Guinea y Suazilandia, ni siquiera la permiten.
En Líbano, la baja maternal dura tres meses, mientras las trabajadoras en las organizaciones internacionales pueden disponer de hasta seis meses.
Esta situación limita la posibilidad de ejercer el rol de madre y discrimina a muchas mujeres que sufren presión laboral para incorporarse al trabajo.
El beneficio económico promueve la lactancia materna, especialmente en una sociedad vulnerable como la de Líbano. Dar el pecho es una manera más saludable y rentable para alimentar el bebé y evita gastar dinero en medicamentos y leche artificial.
El Hussein comenta que «cuando trabajaba en costura tuve que vender la máquina de coser para cubrir los gastos de la leche artificial y los medicamentos para mi primer hijo (…) hasta que aprendí que la leche de la madre es más sana, más económica y más limpia».
Otros problemas tienen que ver con la imagen en los medios de comunicación, que favorece el uso de los biberones, o el hecho de que dar de mamar en público sigue siendo tabú, o al menos inadecuado en una sociedad conservadora.
Los conceptos erróneos también afectan. «Si el sexo del bebé es femenino, la gente suele recomendar a la madre dar el pecho hasta un año, mientras si es masculino hasta dos años», señala Rola Al Abdallah.
Según la UNICEF, solo uno de cada seis niños recibe una dieta mínima aceptable en países de ingresos bajos y medios bajos.
El doctor Abarca comenta que «en Egipto hay estudios según los cuales más del 50 % de la alimentación complementaria que se le daba a los niños a partir de los seis meses era comida basura, comida procesada; no eran frutas, verduras o alimentos frescos».
Al Hussein cuenta lo siguiente: «Empezaba a dar a mi hijo suplementos a los cuatro meses según los consejos de mis vecinas; por eso el bebé siempre sufría de inflamaciones en el estómago, diarrea o fiebre».
También comenta que «intentaba darle el pecho a mi primer hijo pero mi suegra decía que el bebé se quedaba con hambre, que mi leche parecía agua… Estos comentarios me afectaron como madre, así que aprendí con mi segundo hijo».
La española Alba Padró Arocas, experta de la Consultoría en Lactancia Materna, considera que la mejor manera de dar el pecho «es cuando la pareja apoya a su mujer y está informada».
Y añade: «Cuando tú decides dar el pecho, no encuentras ayuda. Los profesionales del hospital no te dan el tiempo que necesitas para acompañarte y asesorarte».
Por su parte, el doctor Abarca sostiene que «el hombre debe entender que la lactancia materna no es solamente una cuestión de la mujer sino una tarea de la familia, y cada uno tiene un rol que jugar, como por ejemplo animarle o garantizar su intimidad».
En definitiva, la lactancia materna tiene, como sostienen las fuentes consultadas, muchos obstáculos que superar.
Pero el contacto epidérmico que se da por primera vez entre el bebé y el pecho de su madre fortalece su sistema inmunológico, favorece la intimidad entre ambos y ayuda a que la alimentación de la criatura sea natural y más saludable.