La luz, o su ausencia, es un cambio que nos acompaña a lo largo de toda la vida. Sin embargo, estamos tan acostumbrados al día y la noche, a la luz y la oscuridad, que ni siquiera tomamos en cuenta estas transformaciones pero lo curioso es que la luz puede incidir en nuestro comportamiento, decisiones y estados emocionales, aunque la mayor parte de las veces no seamos conscientes de ello.
No importa si te sientes bien o mal, las emociones serán más intensas en un ambiente iluminado y brillante. O al menos eso afirman investigadores de la Universidad de Toronto.
A lo largo de una serie de experimentos en los que se manipulaba la luz y su intensidad, los participantes se expusieron a diferentes estímulos especialmente pensados para despertar diferentes estados emocionales, desde la atracción física hasta la agresividad.
¿Por qué?
Estos investigadores creen que la luz brillante incide directamente sobre nuestro sistema emocional haciéndonos percibir más calor, el cual puede actuar como un detonante emocional.
De hecho, no se trata de que la luz genere las emociones sino que las intensifica. Por eso, una de las implicaciones prácticas de este estudio consiste en: si quieres tomar una decisión más racional y menos emocional, hazlo en un ambiente poco iluminado.
Una luz fija no ejerce el mismo efecto que una parpadeante, esta última llama poderosamente nuestra atención mientras que la primera pasa casi desapercibida. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Utrecht se preguntaron si una luz parpadeante podría incidir en nuestro comportamiento y decisiones.
Para comprobarlo, abordaron a personas que simplemente caminaban por la calle y les pidieron que imaginaran que un colega de trabajo recibía el mismo bono o superior del que les habían dado a ellos. A la mitad de las personas se les preguntó cuán justo consideraban que era el sistema empleado para repartir esos bonos. Curiosamente, a quienes se les preguntó cerca de una luz parpadeante mostraron posturas más extremas, ya sea indicando que el sistema era muy justo o extremadamente injusto.
¿Por qué?
Estos psicólogos creen que la respuesta se haya en el hecho de que asociamos las luces parpadeantes con el peligro, por lo que estas activarían nuestro sistema de alarma, el cual nos impulsa a tomar decisiones más rápidas y a actuar de forma más extrema, aunque en realidad nuestra vida no corra ningún peligro.
Este experimento nos indica que, si queremos tomar buenas decisiones y evitar los extremos, es mejor que busquemos un ambiente en el que no hayan señales que puedan activar nuestro sistema de alarma porque este incidirá incluso en nuestro sentido de la justicia.
Cuando se trata de luz, no solo cuenta su intensidad sino también su color. Así lo han demostrado investigadores de la Universidad de Harvard. Estos psicólogos expusieron a un grupo de personas a una luz azul de onda corta y a otro grupo a una luz verde.
Los participantes simplemente debían realizar su trabajo cotidiano bajo esta luz, durante un periodo de 6,5 horas. Pasado ese tiempo se sometieron a pruebas donde se evaluaba su tiempo de reacción ante los estímulos, su nivel de atención y las ondas cerebrales. Así pudieron apreciar que la luz azul mejoraba la concentración y la atención, incluso si las personas no eran conscientes de ello.
¿Por qué?
La luz azul estimula directamente nuestro cerebro y activa numerosas áreas, entre ellas el tálamo y el tronco cerebral, que están involucradas en la regulación de nuestro nivel de alerta. La amígdala y el hipocampo son otras estructuras que también responden ante la luz azul, las cuales están vinculadas con los procesos emocionales y de memoria.
Por tanto, ahora ya sabes que si quieres mejorar tu desempeño, no es necesario recurrir a una taza de café, una lámpara que emita una luz azul en el lugar de trabajo será más que suficiente. Eso sí, debes tener cuidado porque exponerse a esta luz por la noche puede afectar la calidad del sueño.