Hay quienes se comen las hallacas completas, pero otros tienen la tendencia de quitarle las uvas pasas, las aceitunas, las cebollas o cualquier otro adorno. ¿por qué esta costumbre?, ¿de dónde proviene? “Es que nunca me han gustado las uvas pasas, y por eso siempre las saco, pero contrariamente las aceitunas se las quito de las hallacas, pero prefiero comérmelas solas“, contesta Samuel, quien también tiene la costumbre de sacarle las uvas al pan de jamón. “No se no me gustan las uvbas
Mientras que Juan Monasterio refiere que, por lo general, tiende a comérselas completas; “pero a veces le colocan trozos muy grandes de cebollas o de pimentón que no entiendo, si le colocan ya en el guiso, y me resulta como molestoso cuando uno se encuentra con estos adimentos cuando son cortados muy exagerados”.
Hallacas, el plato más esperado por esta temporada decembrina
Hallaca de hallacas
Pero, hay hallaca de hallacas. Tanto que Juan Monasterio dice que algunas presentaciones dejan mucho que apreciar. De pronto, le colocan muy pocos adornos, como que le “pichirrean” los aderezos, cuando de plato navideño deberían esmerarse.
“Es preferible hacerlas con todo nuestro esplendor, que ofrecerlas sin gracia, se comprende que actualmente resultan costosas elaborarlas, pero con ingenio se puede lograr una buena presentación y gustosa al paladar, no con una harina toda blanca y desabrida”, agregó Juan.
La mayoría de los comensales consultados, se las comen “completas”, porque es uno de los platos más esperados y ricos de esta temporada. “Es toda una delicia, pero de pana que si a mi me dan una toda desaliñada, si me ofrecen otra no la volvería aceptar”, comentó Francisco Gómez, para quien sin duda, hacer las hallacas es un arte.
La mayoría de las personas se comen las hallacas completas
“Como vengan me las como completas”
A Teresa Sánchez le gustan como vengan. “Hallaca es hallaca. No le quito nada de nada, como me la den, me las como toditas”. Por cierto, le parece de mal gusto ver como hay personas le sacan los adornos o de pronto se sacan de la boca las aceitunas y las lanzan sobre el plato.
“Es mejor hacerlo lo más discreto posible, me parece como descortés para quien te la ha ofrecido con tanto esmero”, adiciona Juan.
Angel Monasterio también es de los que se comen las hallacas completas; “eso de sacarle los adornos es de muy pocos, quizás porque ya desde pequeños tienen esa costumbre, porque no les gusta los aliños y no lo toleran. Siempre y cuando, las hallacas estén bien elaboradas, un guiso bien aderezado, su cebollas y pimenton a la juliana, y las tradicionales uvas pasas, alcaparras y aceitunas, es toda una delicia”.
Este plato de la época decembrina, traído de generación en generación y cuyo origen nos viene de la gastronomía española, quizás no esté presente en todos los hogares venezolanos, por los altos costos que implica por estos tiempos, pero sin duda ” no hay mejor hallaca como las hace mi mama, así me la ponga como sea, me la como completica, sin desperdicio”.
¿Y las hallacas de dónde provienen?
Algunos historiadores señalan a que esclavos y sirvientes indígenas, respondiendo a la necesidad de crear una comida heterogénea, elaborada con ingredientes fáciles de encontrar, combinar y sustituir, recogían los restos de las preparaciones de sus dueños y opresores para idear un plato que les sirviese de alimento extra a sus comidas habituales.
La versión más aceptada refiere que la popular hallaca tuvo su origen en el siglo XV y siglo XVI, tras el intento de los españoles por “mejorar” el bollo de maíz y otros platos precolombinos, agregando a su preparado una serie de ingredientes “agradables” al paladar europeo.
Cierto o no, de aquella primera hallaca se ha derivado numerosas variaciones, existiendo hoy más de 28 recetas para su elaboración.
A lo largo de los años cada región del país ha ideado su propia manera de cocinar este típica comida; en el estado Zulia, la hallaca es conocida por su sabor amargo y color oscuro, mientras que en los estados Miranda, Aragua, Carabobo, Vargas y Caracas son famosas por la abundancia de sus ingredientes.
Estas costumbres decembrinas también han sido adoptadas por la población de extranjeros residentes en el país, trasmitiendo a sus posteriores generaciones la importancia de agregar al tradicional plato algún ingrediente de sus propias recetas culinarias.