Queremos sentirnos bien, queremos ser felices en todos los ámbitos de nuestra vida. El área económica no es una excepción, queremos no sentir estrecheces, no preocuparnos por la falta de dinero o poder comprar lo que necesitamos o deseamos. Para mejorar nuestras circunstancias es preciso mejorar nuestra mentalidad. Desgraciadamente, a menudo nos acordamos de nuestro bienestar económico cuando no lo tenemos y nos hace falta o lo deseamos mucho. Cuando no nos gusta nuestro empleo actual y cómo se nos valora económicamente en él, cuando querríamos poner en marcha un proyecto propio desde una idea de negocio que nos parece brillante y rentable o cuando necesitamos dinero urgentemente y no lo conseguimos. Queremos que cambien nuestras circunstancias económicas, pero solemos ser inflexibles y reacios a cambiar nuestra forma de pensar sobre el dinero. Porque muchas veces el camino al bienestar económico requiere desaprender lo que se ha demostrado que no funcionaba pero que se instaló como una verdad intocable en nuestras cabezas.
Para conquistar la independencia económica, para ser libres financieramente, se recomienda educarnos cuanto antes, desde niños. Con una educación que potencie nuestra inteligencia financiera. El dinero como materia a impartir desde pequeñitos en las aulas: saber hacer cálculos con dinero como en una clase de matemáticas, saber de dónde procede como en una clase de historia, saber para qué sirve como en una clase de economía, saber su lenguaje particular como en una clase de inglés,…
Desarrollar el concepto de riqueza, abundancia y prosperidad desde pequeños, cuando aún no tienen dinero propio, empiezan a recibir una asignación periódica o tienen sus primeras tareas remuneradas. Aprender a hacer sus primeros presupuestos para comprarse algo y empezar a ahorrar. Tener su primera cuenta en un banco, acostumbrarse a entrar en la sucursal y pedir información o en la actualidad a través de internet con apps y webs,.. La generación de riqueza económica implica en la juventud los primeros contactos con el mundo del trabajo, el ahorro, las primeras compras importantes, los primeros préstamos, una hipoteca,… Se debería entrar en la segunda década de nuestra vida, a los 20 años, con una noción muy clara de lo que es el dinero, cómo se puede conseguir desde diferentes fuentes de ingreso, cómo se puede multiplicar desde distintas inversiones o en qué se debe gastar para que nos enriquezca y no nos empobrezca al usarlo.
La clave en nuestro crecimiento personal, incluido por supuesto en nuestro crecimiento financiero, en nuestro bienestar económico, es tener claro en quién nos convertimos mientras perseguimos el dinero. Decía Dumas que el dinero es un buen siervo y un mal amo. Nuestro bienestar económico no es sólo ganar más dinero, huir de un mal jefe, escapar de tareas que no nos motivan o comprar el último modelo de smartphone. El dinero es mal amo cuando nos obsesionamos con él, cuando lo buscamos como la solución a nuestros males en vez de conseguirlo como resultado de nuestras capacidades y virtudes. Dice Raimon Samso que el dinero ama a quien ama el proceso, no a quien ama el resultado. A quien trabaja o emprende buscando dar un servicio y no buscando sólo dinero.
Hay dos creencias básicas y muy extendidas que dificultan el bienestar económico. Una de estas creencias es la creencia de la escasez, la idea de que lo normal es la pobreza y que la abundancia es un terreno vedado para nosotros. Incluso que la abundancia económica es mala para la persona. Con pensamientos pobres se dan comportamientos pobres que dan lugar a resultados pobres. Es un acto de valentía y flexibilidad mental cambiarlos por pensamientos ricos que generan comportamientos ricos que dan lugar a resultados ricos. La creencia basada en la escasez también da lugar a pensamientos del tipo “el dinero no es importante”. Pero sí lo es. No es lo más importante, por supuesto, no está por encima de nuestra salud o de nuestros valores. Pero es un ladrillo más en la construcción de nuestro bienestar: nos otorga tiempo, conocimientos, experiencias y más opciones de elección. Esto es lo que hace al dinero importante. Decía Dostoyevski que el dinero es libertad acuñada.
La otra creencia que impide nuestro bienestar económico es de la avaricia. Dejar de ser avaros es aprender a estar satisfechos, entender que la riqueza consiste más en el disfrute que en la posesión. No quedar esclavizados por el dinero, avariciosos por miedo a ser pobre, adictos a él desde la codicia o creyendo que es la solución a todos los males y la salvación de todos los peligros futuros. Bienestar económico es saber gastar, que es básicamente invertir, mover el dinero para que prosperemos nosotros. Invertir en experiencias, en conocimiento, en bienestar, en ayudar a otras personas y sobre todo en ayudarnos a nosotros mismos. En definitiva, sentirnos bien con nuestro dinero.
Frase: “El dinero es algo muy singular. Le da al hombre tanta alegría como el amor y tanta angustia como la muerte.” · John Kenneth Galbraith