El Estadio Monumental de Lima será el escenario de la primera final a partido único de la Copa Libertadores, este sábado entre el Flamengo y el River Plate, que inicialmente iba a disputarse en el Estadio Nacional de Santiago de Chile.
El Monumental fue escogido como solución de emergencia para albergar el partido decisivo de la Libertadores a menos de tres semanas del partido por la crisis social que atraviesa Chile y que no permitía garantizar la seguridad para un encuentro donde se espera la asistencia de no menos de 25.000 seguidores de ambos equipos.
Así, el coloso limeño albergará su partido más importante en sus diecinueve años de actividad desde que en el año 2000 fuese inaugurado este recinto deportivo cuyas peculiaridades poco conocidas son las siguientes:
El Monumental es con diferencia el estadio más grande de Perú y uno de los más grandes de Sudamérica, con un aforo de 80.000 espectadores, de ellos 60.000 en tribunas, aunque no todos sentados; y unos 20.000 en los casi mil palcos que se elevan sobre la grada con una altura de hasta seis pisos.
El césped del Monumental no solo ha servido para el fútbol. Ha sido también el escenario favorito de los grandes conciertos de la capital peruana, como los de Paul McCartney y los Rolling Stones en 2016, pero también para actos variados como multitudinarias misas de iglesias evangélicas.
El diseñador del Monumental fue el arquitecto uruguayo Walter Lavalleja, el mismo del estadio Alejandro Villanueva, de Alianza Lima, el enemigo eterno del Universitario de Deportes, titular del Monumental.
Pese a que el crema y el guinda son los colores de Universitario, las tribunas del colosal estadio presentan una amalgama de colores para evitar que por la televisión se vean las gradas excesivamente vacías, pues para fútbol el recinto solo se llena en ocasiones muy especiales como el clásico ante Alianza Lima.
Sobre los coloridos asientos destaca el mosaico en blanco y negro de Teodoro ‘Lolo’ Fernández, el máximo goleador histórico de Universitario, pero su identidad ha dado lugar a cómicas confusiones, como cuando un canal internacional creyó que se trataba de José Olaya, prócer de la independencia de Perú.
Al contrario de los modernos estadios actuales, donde los palcos se alquilan, en el Monumental estos espacios se vendieron como una propiedad inmobiliaria más y cada dueño puede acudir al suyo cualquier día de la semana. El precio de los más pequeños, de nueve asientos, ronda los 25.000 dólares.
El palco presidencial lleva el nombre del escritor Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura en 2010, quien es un declarado hincha del Universitario y ha sido reconocido como socio vitalicio del club crema, el más laureado del fútbol peruano con 26 campeonatos nacionales.
La única forma de llegar y salir del Monumental es «todo Javier Prado», como gritaban los cobradores de las microbuses que hasta hace poco circulaban por esa gran avenida que cruza la capital de oeste a este hasta la puerta principal del estadio, rodeado de cerros por los demás lados.
Al contrario de lo sucedido en la final de la Copa Sudamericana en Asunción, que fue suspendida por una lluvia torrencial que inundó la cancha, es altamente improbable que se inunde el Monumental, pues el clima de Lima es desértico y apenas se recogen unos 16 litros por metro cuadrado en todo el año.
De todos los goles anotados en el Monumental durante diecinueve años, el más antológico para los peruanos es el de Johan Fano a la selección argentina en el último minuto de un partido de las eliminatorias en 2008, tras una cabalgada por banda de Juan Manuel Vargas, lo que permitió a Perú empatar 1-1.